La vida no siempre es fácil, y cuando nos toca atravesar pruebas tan difíciles como un diagnóstico de cáncer de mama, es normal sentir miedo, incertidumbre y hasta desánimo. Yo también pasé por ahí. Y fue precisamente en esos días grises cuando las promesas de Dios se convirtieron en mi refugio más seguro. Hoy quiero abrirte mi corazón y compartir contigo esas promesas que me sostuvieron y que, estoy segura, pueden sostenerte a ti también.
Sé lo que significa despertar con preguntas que parecen no tener respuesta, cargar con un cansancio que va más allá del físico y sentir que las fuerzas se desvanecen poco a poco. Sin embargo, descubrí que cuando elegimos aferrarnos a la Palabra de Dios, encontramos consuelo y dirección en medio de la tormenta. Estas promesas me recordaron que, aunque mi realidad terrenal fuera incierta, mi esperanza estaba anclada en algo mucho más grande. Mi deseo es que, al leerlas, tú también sientas ese abrazo divino que calma el alma.
1. La promesa de Su presencia constante
"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia." (Isaías 41:10)
En los momentos más oscuros, cuando el miedo parecía ahogarme, esta promesa era mi refugio. Recordaba que no estaba sola. Dios me sostenía, incluso cuando mis propias fuerzas flaqueaban.
2. La promesa de amor eterno
"Con amor eterno te he amado; por eso te sigo mostrando mi lealtad." (Jeremías 31:3)
Sentir el abrazo de un amor eterno me sostenía cuando todo parecía desmoronarse. Saber que Su amor no depende de mis circunstancias me llenaba de paz.
3. La promesa de planes de bien
"Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza." (Jeremías 29:11)
Cada vez que el temor al futuro intentaba paralizarme, esta promesa era mi faro. Recordar que Dios tiene planes de bien para mí, incluso en medio del dolor, me devolvía la tranquilidad.
4. La promesa de fortaleza en la debilidad
"Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad." (2 Corintios 12:9)
Cuando las fuerzas me abandonaban, esta palabra me daba nueva vida. No necesitaba ser fuerte por mí misma; Su poder se perfecciona en mi debilidad.
5. La promesa de paz sobrenatural
"La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." (Filipenses 4:7)
Esta paz no tenía sentido humano, pero me sostenía. Me permitía respirar profundo y seguir adelante, aun cuando la tormenta no cesaba.
6. La promesa de propósito en el dolor
"Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien." (Romanos 8:28)
Comprender que mi proceso no era en vano me devolvía la esperanza. Cada lágrima, cada desafío, estaba siendo usado por Dios para un bien mayor.
7. La promesa de restauración
"Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta." (Joel 2:25)
Cuando veía mi cuerpo cambiar y sentía que había perdido tanto, esta promesa me mantenía firme. Dios promete restaurar, y mi mirada se llenaba de esperanza hacia el futuro.
8. La promesa de fuerzas renovadas
"Él da fuerzas al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas." (Isaías 40:29)
En los días más duros, esta verdad renovaba mi alma. Sentía que mis fuerzas físicas se agotaban, pero las de Dios nunca se terminan.
9. La promesa de respuesta en la oración
"Clama a mí y yo te responderé." (Jeremías 33:3)
Convertí esta promesa en mi oración constante. Clamaba a Dios y Él siempre respondía, a veces con paz, otras veces con consuelo tangible.
10. La promesa de sanidad completa
"Yo soy el Señor, tu sanador." (Éxodo 15:26)
Dios no solo sana el cuerpo, sino también el alma. Esta promesa fue mi ancla en cada etapa del tratamiento.
11. La promesa de compañía en las pruebas
"Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo." (Isaías 43:2)
La travesía del cáncer es como caminar por aguas profundas. Recordar que no cruzaba sola me daba valor cada día.
Cómo aplicar estas promesas en tu día a día
1. Escríbelas y colócalas donde puedas verlas todos los días.
2. Repite estas promesas en voz alta cada mañana. Afirman tu fe y renuevan tu mente.
3. Ora basándote en ellas. Hazlas parte de tus conversaciones con Dios.
4. Compártelas con otras mujeres que estén atravesando situaciones similares.
Recordar las promesas no significa que el dolor desaparezca, pero sí que tienes anclas firmes para tu alma en medio de la tormenta.
Mi testimonio muy personal: una fe que se hizo inquebrantable
Quiero que sepas que cada promesa que comparto aquí no es solo teoría; es vida vivida. En los momentos más oscuros, Dios me recordó que no estaba sola. Su paz, que sobrepasa todo entendimiento, me sostuvo. Y cada vez que mis fuerzas flaqueaban, Su poder se perfeccionaba en mi debilidad.
Ver cómo, a pesar del diagnóstico, sigo aquí hoy escribiéndote, hablándote desde la experiencia, es la prueba viviente de que Sus promesas son fieles.
No estás sola en este camino
Si hoy estás leyendo esto en medio de lágrimas o preguntas sin respuesta, quiero recordarte que hay esperanza. Las promesas de Dios no son palabras vacías; son verdades eternas que pueden sostenerte, animarte y fortalecerte cada día.
Permítele a Dios ser tu refugio en este proceso. Agárrate de Su palabra y camina con la certeza de que, aunque la tormenta sea fuerte, Su amor por ti es aún más fuerte.
📌 Te invito a profundizar aún más en mi canal de YouTube @psicologaleibydiaz donde comparto reflexiones, recursos y herramientas para fortalecer tu fe y tu bienestar emocional cada día. ¡Te espero allá para seguir creciendo juntas!
Con cariño,
Lieby Díaz
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