Hay historias que se graban en el alma. Esta es una de ellas.
Rosa no solo es una sobreviviente de cáncer de mama; fue también una de esas almas valientes que Dios puso en mi camino durante mi proceso de radioterapia. Su testimonio no solo inspira… abraza. Y hoy lo comparto contigo porque quizá tú también estás en medio de un proceso difícil, y necesitas escuchar estas palabras: no estás sola.
Cuando el cuerpo habla sin avisar.
Rosa no sintió dolor. No tuvo fiebre. No había enrojecimiento. Un día, su mano tocó su seno derecho por casualidad… y sintió una bolita.
“No le di importancia. Pensé que era algo sin importancia. Pero la bolita crecía.”
Pasaron tres semanas. Fue al médico. Le dijeron que parecía grasa acumulada. Pero las imágenes decían otra cosa: mamografía, sonografía y, finalmente, biopsia.
Una palabra que a Rosa le paralizaba el alma.
El diagnóstico que lo cambia todo.
Después de la biopsia, no fue ella quien recibió la llamada. Fue su hermana. Su hijo. El silencio se hizo más ruidoso.
“A mí no me dijeron nada. Pero a ellos sí. Y ahí supe que algo no estaba bien.”
El médico nunca pronunció la palabra “cáncer”, pero la derivó a una oncóloga. Su familia, sin mostrarle pánico, la sostuvo. Su cuñada, su hermano, sus hijos. Rosa tenía una red. No perfecta, pero presente. Y eso hizo toda la diferencia.
“No estás sola, vamos juntas”.
Cuando le confirmaron que tenía cáncer de mama hormonal, grado II, con un tumor de 2 cm ubicado detrás del pezón, su respuesta fue clara:
“Si hay que quitar el seno, quítemelo. Yo no vine a rendirme.”
Le hicieron una mastectomía completa. Y aunque esperaba evitar la quimioterapia, un pequeño punto en uno de los ganglios cambió todo. El temor se convirtió en realidad: 16 sesiones de quimioterapia. Cuatro “rojas” y doce “blancas”.
El primer día fue devastador. El dolor, el agotamiento, el miedo. Pero ella siguió. Porque su fe era más fuerte.
Radioterapia: donde florecen las almas valientes.
Después vino la radioterapia. Le habían advertido que era dura. Que quemaba. Que sería insoportable.
Pero Dios tenía otros planes.
Rosa encontró amor, ternura y cuidado. Formamos un grupo, una familia. Nos apoyamos entre mujeres, cada una con su historia, pero con el mismo deseo de sanar.
Así nació Alma Valiente, una comunidad de mujeres que nos abrazamos desde la fe, la compasión y la fuerza que se construye juntas.
La vida después del cáncer.
Rosa lo dice sin miedo:
“Ahora yo me cuido, me mimo, me amo. Porque entendí que nadie va a vivir mi proceso por mí. Mi paz es sagrada.”
Hoy Rosa vive diferente. No desde el miedo, sino desde la conciencia. Atesora el presente. No se apresura. Se permite sentir. Se permite sanar.
A ti, mujer valiente que estás leyendo esto…
Este mensaje es para ti:
Si estás en medio de un diagnóstico, de un tratamiento, o de un proceso de incertidumbre…
👉 No te rindas.
👉 Confía.
👉 Rodéate de amor.
👉 Y no olvides que Dios pelea contigo.
“El cáncer no es una sentencia. Es un proceso. Y si lo enfrentas con fe, con actitud y con valentía, no solo vas a sanar… vas a renacer.”
Gracias, Rosa, por tu historia. Por tu corazón. Y por permitir que tu testimonio sea luz para otras.
¿Quieres formar parte de Alma Valiente?
Si estás viviendo este proceso o acompañas a alguien que lo está, te invito a unirte a nuestro grupo privado de WhatsApp. Allí compartimos palabras de aliento, reflexiones, y sobre todo… nos acompañamos con el alma.
🔗 Haz clic aquí para unirte a Alma Valiente
🎧 Escucha el testimonio completo
📌 Episodio 07 | Alma y Bienestar – Podcast
🎙️ “Testimonio de una sobreviviente de cáncer de mama”
Disponible en Spotify, YouTube y todas las plataformas.
Autora: Psicóloga Leiby Díaz
Copyright © 2025